13 julio 2014

ARTÍCULO OPINIÓN



UN RETRASO MÁS SIN IMPORTANCIA
Josué Díaz-Moreno

El 15 de mayo se iniciaron las obras en la Plaza Madrid y la Avenida de Andalucía de Almuñécar. Inicialmente se previó la finalización para el 30 de junio y como muchos presagiaron, estamos ya en sanfermines y todavía no ha podido el Presidente de la Mancomunidad tirarse la foto de rigor inaugurando las obras.
El inicio de  las obras fue algo controvertido y con la experiencia de Gamonal, más de uno dudó desde aquel lado. Primero estaba la objeción por el momento elegido.  En plena primavera y con el verano a las puertas, el fantasma del pasado, cuya sombra es alargada y pesa toneladas en este pueblo, planeaba sobre la memoria de muchos de los vecinos y comerciantes. Segundo, la cuestión de la participación de los vecinos y el preaviso, pues el Gobierno del PP contraponía a lo primero que se había dialogado con todos los vecinos y comerciantes de las zonas afectadas. A mí me consta que no fue del todo así, pero en beneficio de la duda, pensemos que algunos vecinos se ausentaron casualmente durante la ronda abierta de consulta vecinal que realizó el gobierno. Finalmente, la cuestión de las empresas ejecutoras y la mano de obra local. Se nos dice nuevamente que  al  tratarse de una obra ejecutada por Mancomunidad no hay nada que hacer, pero en cambio, tras la nueva adjudicación efectuada para agilizar las obras, el Ayuntamiento comunica que ha logrado adjudicar una parte de las obras a una empresa local. Buena gestión que vendría a confirmar que anteriormente no se venían haciendo todos los esfuerzos posibles en esta dirección.
Navegando por las rede sociales, encontraba fotos y comentarios entre los que se aprecian tres bloques argumentales: el bloque de los benavidistas, el bloque de los peperos y el bloque de los ciudadanos no alineados. El primer bloque, partido principal en la oposición, critica lo objetivamente criticable (incumplimiento en los tiempos de ejecución de unas obras), a lo que el segundo grupo, partido en el gobierno, contraataca con la política del y tú más, es decir, inundar las redes de fotos y recuerdos de los descalabros pasados del gobierno benavidista. Lo mismo ha pasado con el caso Gowex, donde ambos grupos han intercambiado reproches con Jenaro García Martín y Ruíz Mateos como cromos chapuceros de sus coleccionables de desgobierno.
No es algo nuevo. El eje del debate político en  Almuñécar hace tiempo que se convirtió en una dialéctica que se define, más que por la afirmación y puesta en valor de las capacidades propias por la negación de las capacidades contrarias. Los esfuerzos se dirigen a evidenciar-rememorar las cagadas ajenas para echar tierra sobre las propias. Este marco de lucha de contrarios hace que gobernar no sea muy complejo, pues en la práctica, gobierne quien desgobierne, la vergüenza moral y la responsabilidad política siempre acaban desplazados del eje central del discurso, porque el margen de fracaso es amplio y siempre se puede bajar más en la escala de la mediocridad.
En este escenario, los miembros del tercer bloque, la ciudadanía no alineada, observan el debate con hastío y cansancio. Unos acaban resignándose y aceptan la política del mal menor. Otros, en cambio, nos resistimos a transigir, y pedimos resituar el problema en su centro de gravedad: depurar responsabilidades y tomar lecciones aprendidas para mejorar, para que Almuñécar sea gobernada mirando hacia el futuro, y no hacia el de enfrente,  generando progreso con techos de excelencia y no bajos fondos de mediocridad.
Pero tal vez sea uno demasiado bobo, no exista una paz social arrebatada-reconquistada, polaridad ni grupo de ciudadanos no alineados. Tal vez la única lección aprendida sea la importancia de no ausentarse de casa en momentos cruciales. Eso, o repensar lo de Gamonal seriamente para la próxima. Pero desde este lado.

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