Josué
Díaz Moreno
CUANDO
TODO EL PESCADO ESTÁ VENDIDO
Desde
noviembre de 2012 el Mercado Municipal se ha convertido en la
principal cuestión sociopolítica de Almuñécar, motivo de litigio
y lanzamierda entre gobierno y oposición.
El pleno de la Corporación Municipal
del martes 11 de febrero está dando y dará mucho que hablar. El PP
anda a la gresca contra los de siempre, lanzando mierda,
tergiversando y manipulando -son genes de partido, inalienables.
Hasta aquí todo normal, más de lo mismo, y no se molestaría uno,
que no lleva chubasmierda, a entrar en el debate, si no fuera
porque realmente aparecen algunos elementos novedosos sobre los que
merece la pena profundizar, más allá de si es mejor demoler o
reformar.
Nuestro mercado agoniza. El cierre del
parking y las consiguientes dificultades de aparcamiento y acceso, la
alarma y el miedo que suponen 4.000 puntales fortaleciendo la
estructura, dirigen a los comerciantes del Mercado a la ruina. En
poco más de un año han cerrado 21 puestos.
Desde el principio hubo dos
posicionamientos antagónicos defendidos por el Gobierno y
Convergencia Andaluza, cada cual con sus implicaciones:
demolición-reconstrucción o reparación-mejoramiento. Por supuesto,
cada cual sustenta su tesis sobre estupendos informes técnicos y en
un amplio apoyo ciudadano, movilizados in expreso en
plataformas de afectados.
Mientras, se suceden mociones y
debates en Pleno, y tras las negociaciones infructuosas con la
empresa concesionaria del servicio, el litigio se dirigía hacia el
Consejo Consultivo de Andalucía que ahora viene devuelto por
defectos de forma, lo cual implica tiempo, más tiempo. Algo que
juega en contra de nuestros vecinos afectados.
Frente a todo ello, la rumorología
popular, ciencia intuitiva que cultiva el sentido común, le puso el
cascabel al gato -nadie dudada de que había gato encerrado. Pero el
PP lo negó una y otra vez. Sus palabras, santas como todos ellos, no
escondían intereses ocultos. No, para nada. Palabrita de político
honrado, que nosotros no somos como los del otro bando.
La clave está en la X. La
incógnita que por fin se despejó.
El caso es que durante el pasado
Pleno, en un momento de tensión dialéctica entre nuestra alcaldesa
y el señor Benavides, aquella soltó la bomba. Nuestra alcaldesa, en
un acto de soberbia -también genética de partido- o de torpeza, o
quizás por perfecta simbiosis de ambas –esencia del ser estúpido-,
nos confirma que hay una empresa interesada en el asunto. Bueno, una
empresa, o una ONG, porque a decir de sus palabras, la empresa
asumiría la construcción del nuevo Mercado a coste cero para los
sexitanos, lo cual significaría: a) indemnizar a la empresa
concesionaria del parking Hermanos García Motril b) demoler el
mercado; d) construir el nuevo mercado. ¿Se puede pedir más? Sí,
ya puestos, unos cuantos sobres, que hay que pagar la campaña
electoral de 2015 –no lo pide uno, lo pide la genética del partido
en el gobierno.
El hecho es grave. Por ello, hay que
pedirle cuentas a nuestra alcaldesa por varias razones.
En primer lugar, porque la alcaldesa y
su gobierno estarían negociando con una empresa la demolición del
mercado sin que hasta la fecha hayan comparecido una sola vez ante
los afectados para explicar la situación de la cuestión y las
alternativas. Es decir, el gobierno local habría tomado ya una
decisión, la venta del mercado, sin consultar ni importarle la voz
de los principales afectados y de la ciudadanía en general.
Caciquismo, se suele llamar.
En segundo lugar, porque de consumarse
la propuesta, supondría la privatización de un espacio municipal
público, si es que los puestos se pierden, algo sobre lo que tampoco
se han pronunciado. Con la privatización del Mercado, se perdería
no sólo un importante activo económico y de gran atractivo
turístico, sino también de gran valor comunitario. Nuestro Mercao
es una pintura costumbrista de los pueblos con esencia y personalidad
propia, es un espacio vecinal para el encuentro fraternal y la
práctica de los valores de buena vecindad, principal seña de
identidad de nuestro carácter. Por eso, si nos lo cargamos, nos
cargamos nuestra identidad, y perdemos todos.
En tercer lugar, porque sustituir la
fuerza productiva de los pequeños y medianos empresarios del
mercado, de la economía familiar, por una multinacional
agroalimentaria, significaría atacar directamente contra la
soberanía económica de nuestro municipio, descapitalizando a
nuestros emprendedores que en la actualidad se ganan la vida
dignamente y de forma autónoma con sus puestos en el mercado. Bajo
este escenario, dentro de unos años serían asalariados
–previsiblemente en precario- al servicio de la empresa. Jugada
maestra una vez más para el capital: destrucción de la autonomía
económica, desvalorización del trabajo, establecimiento de
relaciones asimétricas y sumisión final del trabajador hacia el
empresario.
En cuarto lugar, porque si finalmente
el proceso terminara como lo anuncia nuestra alcaldesa, estarían
incumpliéndose los procedimientos administrativos que establece la
Ley en el caso de licitaciones públicas adjudicando la obra a dedo.
Prevaricación y tráfico de influencias le llama nuestro Código
Penal.
En quinto y último lugar, la opacidad
y falta de transparencia con que se está manejando el proceso por
parte del PP, contraviene el Código de Buen Gobierno, aprobado por
este gobierno, y la Ley de Transparencia, que entrará en vigor el
año próximo. Lo que viene siendo hacer lo que a uno le salga de los
cojones, hablando claro.
Por estas razones, estamos ante una
buena oportunidad para pedirle a nuestra alcaldesa y su gobierno, que
rinda cuentas a la ciudadanía en un ejercicio de democracia
participativa. Se trata de abrir un espacio de diálogo con los
principales agentes afectados y con la ciudadanía en general,
escuchar su opinión, y dinamizar su participación de manera
efectiva en la toma de la decisión final. Se trata de conocer las
valoraciones de los informes técnicos y las diferentes alternativas
y trasladarlas en lenguaje legible a un debate abierto entre los
grupos políticos y la ciudadanía. Es simple, no se me acojonen,
aunque no esté en sus genes, pueden conseguirlo. Solían llamarlo
democracia.
La cuestión, más allá de la
demolición o reforma, está en el procedimiento. Sólo hay una
manera de solucionar la cuestión y es haciendo partícipe a la
ciudadanía de manera directa en la toma de la decisión. Cualquier
otro procedimiento olerá a podrido y confirmará que el pescado
estuvo vendido desde el principio.
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