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Josué
Díaz-Moreno
PRESUPUESTOS
PARTICIPATIVOS O EL EMPODERAMIENTO DE LA CIUDADANIA
El
Ayuntamiento de Almuñécar ingresará en los próximos meses más de
6 millones de euros procedentes de La Mancomunidad de Municipios, un
dinero que nos pertenece a todos los sexitanos por derecho. Estos
fondos llegarán para la reparación de infraestructuras de uso
general, por lo que el gobierno municipal podrá invertirlos en las
partidas presupuestarias que considere más oportuno y necesario
dentro de este capítulo.
Mucho
se está hablando y se hablará desde diferentes foros acerca del
destino de estos fondos. Lejos de querer entrar en suposiciones o
sospechas mal pensantes, es evidente que corresponde al grupo
municipal en el gobierno ejecutar el presupuesto municipal como
considere oportuno, previa voz de los diferentes grupos municipales
que conforman el Pleno y en todo caso, atendiendo el Programa
Electoral comprometido con la ciudadanía y sus votantes.
Si
preguntáramos a la ciudadanía acerca de las prioridades de gasto,
seguro que habría unanimidad en en torno a un factor clave: la
generación de empleo. Nadie lo pone en cuestión. El debate quizás,
vendría acerca del cómo y el para qué. Y es que, en la actual
coyuntura económica, resulta fundamental contar con estrategias
eficaces y eficientes, que sean capaces de dinamizar la economía de
nuestro municipio, fortalecer nuestros sectores estratégicos,
generar procesos innovadores y promover nichos de empleo sostenibles.
Pero
habría otro factor clave que considerar para una gestión óptima de
los fondos municipales: la apropiación por parte de la ciudadanía
de estas estrategias, para lo cual, sería necesario impulsar un
proceso de planificación presupuestaria participativa. Se trataría
en suma, de garantizar la voz de los principales sectores
productivos, pero también de los diferentes barrios de Almuñécar,
a la hora de establecer las prioridades de gasto. Ello permitiría al
ciudadano entender la complejidad de la gestión municipal, -donde
siempre hay recursos limitados para afrontar necesidades ilimitadas-,
al tiempo que fomentaría un mayor compromiso y apropiación del
proceso, lo que derivaría en un mayor empoderamiento comunitario,
-receta básica para evitar la manipulación política-mediática a
la que, por desgracia, estamos tan acostumbrados en nuestro municipio
y en nuestro país.
Un
ejemplo ilustrativo, si me lo permiten. Si discutiéramos acerca de
obras públicas y mejoras en equipamientos públicos, estaríamos
propiciando un debate abierto entre los diferentes barrios de nuestro
municipio para priorizar las necesidades más acuciantes, teniendo
siempre como referente la satisfacción y ejercicio de derechos
fundamentales, en su dimensión universal y al menos de contenido
mínimo esencial. El producto de dicho proceso sería una decisión
consensuada acerca del interés general, lo cual dotaría de
indudable legitimidad al proceso. Estaríamos ante un claro ejercicio
de democracia directa por parte de la ciudadanía.
Otro
de los innegables beneficios de un proceso de presupuestos
participativos sería conseguir despejar, de una vez por todas, el
fantasma del manejo de fondos públicos con fines electoralistas y
partidistas, algo a lo que, por desgracia, este municipio está tan
acostumbrado y de lo que tenemos varios ejemplos desastrosos. Y es
que la participación se aseguraría también en la parte de
rendición de cuentas y fiscalización, habiendo un mayor control
ciudadano sobre los procedimientos de ejecución de decisiones.
En
definitiva, se trata de una conquista ciudadana de primer orden y de
gran valor sobre la que algunos municipios andaluces ya han
avanzado1.
En el siglo XXI, la democracia, o será participativa o no lo será,
y el municipalismo no puede quedarse al margen. Almuñécar, tampoco.
1
Sevilla, Antequera, Coín, Benalmádena, Algeciras, Jerez, Córdoba,
Puente Genil, Jaén, Torredonjimeno, Granada, por citar algunos
ejemplos.
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