02 agosto 2014

Artículo de opinión



FALACIAS RECURRENTES II
Josué Díaz Moreno
Este artículo es la continuación de otro publicado en el  blog El Vendaval con fecha 10.01.2014

Hace unas semanas saltaron las alarmas en Valencia por un supuesto caso de contagio por évola que finalmente resulto ser falso. Un poco antes, Jean-Marie Le Pen expresó que la epidemia solucionaría el problema de la inmigración en tres meses.
Más allá de la malicia del personaje y de sus abominables declaraciones, conviene no ser hipócritas, y detenerse unos minutos a profundizar en el mensaje, pues me temo que encuentra en el auditorio no pocos receptores que si bien reprobarían a priori la macabra forma de contención, en último término estarían de acuerdo con el fondo de la cuestión: contener al inmigrante lejos de las fronteras patrias.
No en vano, las políticas de inmigración del gobierno se fundamentan en este principio. Para el PP, el fenómeno de la inmigración es abordado desde la doble dimensión del problema y la amenaza. 

La Unión Europea, doble moral y política de contención.
La estrategia de la UE en políticas migratorias no se basa en garantizar derechos y libertades, en construir la paz y garantizar la soberanía alimentaria en los países africanos donde la vida vale menos que la muerte. No. La estrategia es mirar para otro lado, y, si acaso, profundizar en la expoliación y desigualdades favoreciendo, a través de la Agenda para el Cambio[1], nuevos mercados desregulados y liberalizados para la  internacionalización de las funestas multinacionales europeas, todo ello disfrazado de las bondades de la  Responsabilidad Social Corporativa y el humanitarismo. 
Pero, entonces, ¿no es la solidaridad uno de los cimientos fundamentales de la UE? No.
El asunto es que si se establecieran planes de desarrollo y ayuda concertados con los países del Sur, no condicionados y con garantías de reembolso justas, y se cambiaran las reglas del comercio internacional –soy consciente de lo ingenuo del planteamiento-, ello revertiría necesariamente en unas mejores condiciones de vida para la población de estos países, que en una situación de bienestar, optarían por disfrutar de sus familias y permanecer junto a los suyos en lugar de arriesgar la vida por tocar suelo europeo. Estos países, de pronto, contarían con una sociedad civil joven y fuerte, bien alimentada, con acceso a la educación y sobre todo, con tiempo suficiente para vivir, capaz de generar desarrollo y crecimiento endógenos, y de protagonizar procesos de democratización locales. Todo ello, por si a alguien se le escapa, implicaría irremediablemente el derrocamiento de las élites locales apoyadas por el Norte, la construcción de Estados Soberanos y la pérdida de privilegios del neocolonialismo europeo, de los que, por cierto, habría que pedir cuentas por las vulneraciones y atentados cometidos contra los DD.HH. Todo lo contrario de lo que interesa a Occidente.
¿Interesa pues la democracia a Europa? Poco o nada. Se constata, pues, que el otro pilar sobre el que se cimenta la UE, no es tampoco una aspiración universal para los Estados europeos. 

España como Estado Policía y la osadía de entrar por la ventana.
La política migratoria europea no se basa en Tratados y Convenciones Internacionales de DDHH sino en Tratados Bilaterales, Directivas de Retorno y Leyes de Extranjería. La doctrina de la contención frente a la del humanismo, la democracia y la solidaridad. El símbolo de esta política es FRONTEX[2] como garante de los Derechos In-Humanos, macabro gendarme sepulturero de los millones de vidas perdidas en las costas del Sur de Europa.
En este marco, a España, como a Italia, le toca la putada de contener. A toda costa, contener. La clave está en eso mismo, en que parezca que contenemos con todas nuestras fuerzas, que estamos haciendo un esfuerzo hercúleo para salvar a la civilización occidental de la invasión africana, en aparentar estar al límite de nuestras fuerzas.
Los medios de manipulación del régimen se encargan de crear el clima de amenaza y alarma social. Nos hablan de cientos de miles de africanos que esperan al otro lado de la valla para invadir nuestro país. Si uno se fija, junto a las noticias de la inmigración, siempre suelen ponernos una noticia de la crisis económica que vende de manera oportunista la carestía que sufrimos en España. La intención es clara. Con lo mal que ya estamos, si sobramos la mitad, encima ahora que nos entren más.
Pero para contener no se han escatimado esfuerzos. La valla, de 12 kilómetros de longitud y presupuestada inicialmente en 33 millones de euros[3], se compone de dos elevaciones de 6 metros y una sirga tridimensional (especie de foso de hierros entre valla y valla con estacas de acero), cuchillas y alambre de espino, cámaras, focos deslumbrantes y sistema de agua a presión con pimienta. Además, recientemente se han reforzado efectivos de vigilancia y un sistema de malla antitrepa de última generación- ¿habrá que preguntar al Ministro si ha sido testada por Israel con los palestinos?
Todo ello porque si se trata de contener, nadie contiene mejor que nosotros. Y claro, cuando se va al límite se empieza a cagarla y a evidenciar las chapucerías de España como Estado Policía de Europa.
Pero lo realmente acojonante, es que nuestro Ministro, acabe explicando que no se trata de una cuestión de rechazo sin más, si no de entrar por la puerta y no por la ventana[4]. Acojonante señor García-Maragallo. Se lo diremos a nuestros amigos subsaharianos. Les diremos que antes de iniciar la travesía de cruzar  países jugándose la vida, a merced de mafias, desiertos y Señores de la Guerra, se lo piensen dos veces, y en vez de entrar de manera desordenada por la ventana, toquen a la puerta, que claro, el Estado español es muy hospitalario y todo el mundo tiene derecho a emprender una vida mejor en España. Eso sí, tocando la puerta, Ley de Extranjería mediante, que ahí es nada. Les diremos que soliciten el visado por estudios, o por turismo, o mejor aún, que esperen a la oferta de contingente de trabajadores que el Estado español, viendo el excedente de oferta de empleo existente, tiene previsto lanzar en Malí, Burkina Faso, Senegal o Etiopía.

El argumento de la  corrupción como exclusión de responsabilidades.
Es el argumento estrella. Resulta tentador, siempre queda a mano. No existe frontexseguidor que se precie que no haya recurrido a él para apoyar su argumentario. Vendría a decir: “Ellos –por las personas de origen inmigrante- son los responsables de su desgracia, tienen gobiernos corruptos…” y se quedan tan panchos.
Juzguen ustedes si la corrupción es una cuestión que afecta tan sólo a países tercermundistas. Tal vez radique aquí  radique nuestro error, pues en decencia lo de tercermundistas es una cima demasiado honorable para nosotros. Pero claro, lo que en nuestro país es soportable, en otros países es abominable. Y no olvidemos, que gran parte de las corruptelas de estos países tienen su origen en las ansias de poder de los nuestros y sus multinacionales.
Por otro lado, el argumento resulta desolador para nosotros mismos. Si el hecho de haber nacido en un país gobernado por políticos de medio pelo, que se dejan sobornar por empresas y abrazan la corrupción, limita tu derecho a buscarte la vida en otro país, no sé entonces qué van a hacer los jóvenes españoles que abandonan diariamente nuestro país en busca de un futuro que aquí se les niega.
Ventanas, évola y ciudadanía global. Lo que hay que comprender.
En el mundo actual globalizado, no se puede aspirar a la paz perpetua kantiana a través de repúblicas regionales blindadas, que por mucho que nos vendan, permanecen indemnes a los horrores, asesinatos y exterminios invisibles que padecen otros países, de los que son cómplices silentes o cooperadores necesarios. Es un error. Frente a ello, es imperativo hacer valer la dimensión de la ciudadanía global, comprender las interdependencias, solventar las asimetrías y desigualdades, repensar las fronteras y vencer la categorización nacionales-inmigrantes, ciudadanos de allí-ciudadanos de aquí. Se trata, en última instancia, de dotar, a este lugar llamado mundo, de un habitante de categoría trascendente llamado humanidad, devolverle el sentido que los de siempre se empeñan en negar. En materia de Derechos Humanos y Solidaridad, no caben medias tintas. La solidaridad o es universal, o no lo es.
Si mañana, como escribía Galeano, el Norte fuera el Sur, y en nuestras tierras el évola o la pobreza amenazasen con borrarnos del mapa, condenándonos al mar como única salvación a nuestra muerte y la de los nuestros, comprenderíamos que cuando se trata de preservar la vida, la cuestión no es entrar por la puerta o la ventana, si no vencer a la muerte a toda costa. Lo dice uno que vivió en el Sur, en el de abajo, y vivió en otros el horror de saberse muerto por el hambre.


[1]  Estrategia UE en materia de ayuda internacional al desarrollo de los países del Sur.







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